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¿Por qué gusta tanto el Carnaval?



¿Te has preguntado alguna vez, qué es lo que más te gusta de las fiestas de carnaval? Para muchos el carnaval resulta una época llena de brillo y alegría, donde las personas se sienten poderosamente atraídas a festejar "a lo grande", permitiéndose un cierto descontrol y desenfreno en el marco de estas celebraciones; pero lo que pocos saben es que su origen está relacionado con rituales paganos de adoración a fuerzas malignas.


El carnaval se remonta a las fiestas que se hacían para exaltar a Baco, el dios romano del caos, donde los participantes se entregaban a orgías, fiestas y vino. Eran conocidas como saturnales, lupercales o bacanales.


En egipto se realizaban en honor del toro Apis; y aún más lejos en la historia se sabe que los sumerios, hace 5.000 años, realizaban estas celebraciones parecidas a las romanas. Luego estas costumbres se esparcieron por europa y llegaron a América en los barcos de los conquistadores.


La Biblia nos dice que la naturaleza humana se inclina al pecado. Nuestra carne, nuestra mente y nuestras emociones reaccionan de manera automática ante la sexualidad, el placer y los vicios.


Sin embargo está la otra parte; el espíritu humano, que viene de Dios y hacia su creador se inclina, no tiene por qué ser esclavo de las emociones humanas... Lo que realmente quiere nuestro corazón es sentir amor, libertad, paz y gozo; pero cuando no lo encontramos recurrimos a actividades que llenen -momentáneamente- ese vacío que nos deja la vida sin Cristo.


Controlar los deseos de la carne no es una religión de autoflagelación, no es reprimirse obstinadamente, ni asumir poses se santurronidad. Para vencer elnuestra tendencia a hacer lo malo tenemos que desarrollar el dominio propio; el cual es un fruto del espíritu que se alcanza cuando nuestra relación con Dios mejora la relación que llevamos con nuestro cuerpo.


La mayoría piensa que este tema es un aspecto secundario en sus vidas, pero por la sexualidad mal practicada se destruye la familia, se abandona a los hijos, los vicios llevan a la bancarrota financiera, la pérdida de la salud... la muerte.


Entonces no se trata de un juego ni una pequeña licencia que nos damos, en realidad, la franja entre un gran vicioso y una persona que se permite una "cana al aire" de vez en cuando, es tan delgada como un cabello, pero tan tenue que la mayoría de las veces no sabemos cuándo estamos de un lado o del otro.


Y la mala noticia es que para el hombre y la mujer, por sí solos, les resulta imposible controlar por completo los deseos de su cuerpo. ¿Entonces cómo enfrentar tamaña verdad? ¿Existe alguna salida para no echar mi vida por la ventana, simplemente por mi tendencia a pecar?


La respuesta es sencilla, Jesús nos regaló la salvación. Aceptarlo en tu corazón es el primer paso para experimentar un cambio en tu vida, y a través de su amor conquistar todo aquello que te da alegría, pero no como el mundo y los carnavales te la dan, sino como Dios lo hace: Una felicidad inagotable, que no depende de cuántos tragos te bebas, ni de las actividades que realices.


Dios es agua que quita la sed, pan para el alma, ungüento para las heridas... Es quien te regala amor y comprensión, quien nunca te abandona y hace crecer en tu corazón una paz que la sociedad nunca te dará, que los deleites momentáneos no pueden generar.


Dios es el Dios ante el cual los ídolos se rompen y los reyes se inclinan, el creador de la fiesta universal y por quien crecen los dientes con que ríes. Dios te llena, te eleva y te hace crecer. Te da respeto entre tus amigos y fama entre la gente.


Por Dios danzan las constelaciones y se viste de gala la noche, no con el brillo del carnaval sino con la luz de infinitas estrellas. En Su espalda cabe toda la humanidad sin aburrimiento, no es un Dios de cánticos aburridos, es un Dios de Fiesta, de célebres riquezas, que usa soles como lentejuelas y extiende el manto de la noche para que veas el rubí de la luna.


Dios es más grande que el carnaval, no te dejes engañar...




Lecturas sugeridas: Isaías 5:20, Salmo 104, Salmo 19, Santiago 4:4.


Departamento de Redacción NotiCristo

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