Una de las cosas que más me alejaba de Dios en el pasado, era el concepto de la Voluntad Divina.
Como le sucede a la mayoría, crecí con una imagen de Dios bastante distorsionada, gracias a la religiosidad del mundo y la relajada interpretación de los medios de comunicación; que me presentaron a un Ser Supremo parecido al dios Zeus de la mitología griega, que vestía una blanca túnica y una chiva que descendía hasta sus pies.
EL DATO: ¿Sabías que la personalidad se forma durante los primeros 4 años de tu vida?
Igualmente, nuestro sistema de creencias, valores, incluso la forma en que entendemos la realidad está influenciada por lo que vivimos en la infancia. En esta etapa de la vida nuestra mente descubre “su” verdad, y el cerebro lo fija como un paradigma, es decir, crea una “base” sobre la cual irá construyendo el entendimiento. (1)
Ciertamente, con el tiempo vamos redescubriendo y desmitificando algunas cosas; a ese proceso le llamamos “madurar”, y es allí cuando rectificamos muchos conceptos preconcebidos de la vida y más allá de la vida. Sin embargo, cierta partícula del inconsciente está sembrada profundamente en la memoria, y sacarla de allí no es tan fácil como uno quisiera.
Por ejemplo… durante muchos años imaginé que somos Marionetas para Dios, que Él nos manejaba a su antojo y de manera caprichosa. Lo veía como un Ser indescifrable, y Su voluntad para mí era tan enigmática, que a veces tendía a pensar que era como un niño jugando con su colonia de hormigas; dándoles un ambiente donde ellas pudieran desarrollarse, crecer, trabajar, reproducirse y expandirse (hasta cierto punto). Y manipulaba los agentes externos como la temperatura, humedad y todas esas cosas…
Y un buen día, como todo niño que se aburre de las funciones habituales de su juguete, se pone a experimentar qué pasa cuando se les manda un desastre natural a las hormigas, y cómo se comportan si se introduce un factor desconocido en su colonia… En fin, construí toda una teoría conspirativa en la cual Dios estaba sumamente aburrido en la eternidad, y que los ángeles eran demasiado santurrones e inmutables. Por eso nosotros éramos el perfecto juguete y conejillo de Indias.
Este pensamiento se anidó en mí hasta el día que empecé a leer la Biblia con el corazón abierto –hacerlo de otra forma es frustrante–, y entendí que había imaginado a un Dios 100% humanizado; le estaba quitando sus cualidades de Dios y le estaba poniendo las mías. Y había caído en la trampa del Enemigo, la cual consiste en hacernos pensar que las decisiones de nuestro Creador se basan en nuestras acciones, ese es el engaño más grande que el mundo nos da. Y me quedó claro, exhaustivamente claro, cuando encontré este verso en la Biblia:
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. (2)
Eso resolvía la mayoría de mis problemas con Él, porque yo amaba a mis hijos como lo más valioso del mundo, quería para ellos lo mejor, y sentía la necesidad de evitarles el dolor y el sufrimiento. No deseaba que me retribuyeran por nada de lo que les daba; solo quería verlos crecer y encontrar la felicidad por sí mismos… (3)
Y dejé de ver a Dios como un niño y entendí que era mi Padre.
Más tarde me di cuenta que un padre corrige a su hijo por amor, para evitar que sufran, producto de las “novatadas” que se comenten antes de madurar. (4)
Luego hallé que no era su Conejillo de Indias, Él no estaba experimentando nada conmigo, ni me estaba forzando a dar pasos en contra de mi voluntad. Dios quería lo mejor para mí. Yo no era su “conejo”, y cambié este pensamiento para recibir sus “consejos”; los cuales me condujeron a victorias que nunca imaginé… Y el concepto de un Dios que sacude la colonia de hormigas se desquebrajó frente a mis ojos.
Igual como se descubre una buena amistad, afianzada en el tiempo y las circunstancias; comencé a ver a Dios como un hermano, un amigo, con el que uno se siente a gusto, y aunque a veces haya alguna escaramuza -gracias a la malcriadez de hijo que aún conservo- todo se resuelve rápidamente y termina en un abrazo… No porque yo lo haya propiciado, sino porque Él ya sabe cómo se siente la “humanidad” gracias a la vida, muerte y resurrección de Cristo: Mi Salvador.
Otro Dato: ¿Sabías que la maldad no es una creación de Dios? La maldad es la Ausencia del Bien en el corazón de las personas. Toda la maldad que afecta nuestra vida se debe a tres causas: Por la maldad de otras personas, por nuestra propia maldad, o ambas. (5)
Si fuésemos marionetas no tendríamos la opción de elegir, como en efecto a cada instante lo hacemos. Y si la humanidad fuera un experimento, no tendría sentido que un Ser supremo, dotado de una sabiduría infinita, no conociera los resultados…
Pero no busques a Dios a través de la razón, porque te perderás en un laberinto sin salida. A Él solo se llega por medio de la Fe; pero tienes que vivirla: Pon en práctica lo que dice Su Palabra, condúcete conforme a sus consejos, habla con Él aunque no lo sientas. Y el día menos pensado, la Cruz se te revelará con Gloria y Paz… Disipando las dudas de tu corazón.
Si le crees, serás Hijo del Dios Viviente, y nada podrá alejarte de su Amor. (6)
Marco Gentile
Departamento de Redacción NotiCristo
LEYENDA:
1: Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6.
2: El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 1 Juan 4:8.
3: El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios 13:4-7.
4: Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere. Proverbios 3:12.
5: Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Juan 3:19.
6: Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:39.