En algún momento de la historia, el concepto de iglesia que dominaba la mente de las personas, pasó de ser el de la asamblea de personas audaces impulsadas por la convicción de la existencia real de un Cristo resucitado; a ser el de una estructura física en la que se reúne un grupo de personas dirigidos por un programa religioso (liturgia) que en ocasiones resulta inspirador, pero que nunca es totalmente suficiente. Este concepto adoptado, deja siempre pendiente la necesidad de tener más reuniones en la “iglesia” para poder mantener a los miembros “encendidos” espiritualmente.
En algún momento de la historia, el discipulado relacional, basado en el modelaje de conductas, pasó a convertirse en un asunto de eventos masivos, bien organizados y mercadeados, que presentaban a grandes expertos como oradores invitados. Y para ser entrenados, preferimos participar de maravillosos eventos, cuya medida de éxito, era lograr reunir al mayor número de personas al mismo tiempo, y en un mismo lugar. Lo mismo pasó con el evangelismo; comenzó a perder auge el servicio personal amoroso, para darle paso a grandes cruzadas multitudinarias, con grandes manifestaciones “poderosas” y “sobrenaturales”, cuyo altísimo impacto se mantenía, lamentablemente, hasta que se apagaban las luces.
No vaya a pensar que estoy en contra de las estructuras físicas o los eventos masivos. Lo que deseo resaltar, es que en algún momento a estas estrategias se les ha dado mayor preponderancia que al objetivo final, y se acuñó la idea, conscientemente o no, que mientras más personas se lograran aglomerar en tales lugares o eventos, estos serían más “poderosos y ungidos”, dando mayor peso de gloria a los organizadores y a los “siervos” que en ellas ministraban. Pero en las condiciones actuales de distanciamiento social, producto de la influencia del COVID19, pretender asociar el concepto de iglesia a un grupo de personas reunidas en un local, o asociar el discipulado con eventos multitudinarios, y aún más, pretender asociar el evangelismo con campañas impactantes, sería un exabrupto carente de todo sentido. Quedando en evidencia que lo que se había constituido en una poderosa estrategia, resulta hoy una opción totalmente ineficaz.
¿Acaso el distanciamiento social es un ataque conspirativo contra la iglesia? ¿Esta medida es una persecución que pretende anular nuestra labor discipular y evangelística? Yo creo, irrestrictamente, que no. Lo que actualmente estamos viviendo, es una muy leve sombra, si la comparamos con la persecución sufrida por la iglesia del principio. Aquella fue un ataque sádico, sangriento e inhumano, directamente lanzado para detener a la naciente iglesia, pero a pesar de lo cruel y sistemático de la persecución, no pudo detener el avance del evangelio de Cristo.
Creo que estamos más bien ante un cambio significativo que debemos asimilar y al que aún nos estamos resistiendo, que consiste en volver al modelo bíblico y relacional para el evangelismo y discipulado; ese cambio demanda un costo: el ajuste y desarrollo de un equilibrio justo entre eventos masivos y conexión relacional, que nos permita presentar personalmente el evangelio y desarrollar el posterior discipulado, enmarcado en una relación caracterizada por un servicio genuino, modelado de manera práctica y coherente, sin depender exclusivamente de una maquinaria de eventos multitudinarios.
Si hemos logrado ese equilibrio, entonces, no hay motivos para estar preocupados, ni para asumir posiciones de oposición vehemente a la suspensión de los servicios o de cualquier evento que implique aglomeración de personas. Veamos esta situación, como la gran oportunidad para desarrollar métodos creativos, que guíen a nuestra gente al modelo original, donde el enfoque sea el evangelismo y discipulado relacional y servicial.
Los verdaderos cambios que Dios está impulsando a través del COVID-19 apenas empiezan; entramos abruptamente a una nueva realidad, y todavía estamos en una especie de proceso de adaptación que impide momentáneamente, que seamos conscientes de los profundos ajustes que debemos asumir en los distintos aspectos de nuestra vida y de manera muy especial en nuestras estrategias de avance y crecimiento como iglesia.
Cruz Mario Silva Belizamonth
Pastor Iglesia Buenas Nuevas Yaritagua
Departamento de Redaccion NotiCristo