El 05 de julio del año 2012 se convertiría en un día glorioso para la comunidad científica mundial. Prominentes científicos se encontraban reunidos en la frontera entre Francia y Suiza, donde se encuentra ubicado el CERN, la organización europea para la investigación nuclear, y el Gran Colisionador de Hadrones, el acelerador de partículas más grande del mundo. El propósito de todos ellos era comprobar la existencia de una partícula elemental que llamaban “la partícula de Dios”, y que consideraban era pieza fundamental en la formación de la vida, luego del Big Bang de hace 13.700 millones de años.
El colisionador de partículas, es un anillo de 27 kilómetros de circunferencia ubicado a 100 metros bajo tierra, que hace viajar estas partículas a velocidades muy cercanas a la de la luz, para luego hacerlas chocar buscando imitar las condiciones que dieron origen a la creación del universo que hoy conocemos.
El gran día llego y todos esperaban con gran expectación. Llegado el momento de la verdad, se hizo un silencio sepulcral en el lugar, todos se miraban las caras esperando los resultados, hasta que ¡Eureka! la directora finalmente anunció el hallazgo. Todos parecían niños emocionados, aplaudían, reían, lloraban, y se abrazaban. Ese día se anunció oficialmente que la existencia de la “partícula de Dios” era un hecho demostrado. El Bosón de Higss, como se le conoce también en honor a este físico Británico, quien postuló su posible existencia en el año 1965, había sido puesto por fin en evidencia.
Esta partícula sub-atómica es la que permite que todas las demás partículas se mantengan unidas, es decir, les da masa y permite que se forme la materia. Si “la partícula de Dios” no existiera, tampoco existiría nada material en el universo. Esta partícula fue apodada así por Leon Lederman, quien la consideró “demasiado central para la física moderna, y demasiado crucial para el entendimiento de la estructura de la materia, pero demasiado evasiva para demostrarla”.
El comentario de Lederman, encerraba una ironía con respecto a la existencia de Dios, porque aseguraba que al igual que la partícula, mucha gente habla de él, y le busca, pero que a pesar de eso, aún no se había demostrado su existencia. Por su parte Peter Higgs, quien propuso inicialmente la teoría que dio inicio a la búsqueda de esta partícula, mencionó que le disgustaba que la llamaran “Partícula de Dios” porque "podría ofender o confundir a las personas que son religiosas". Es interesante hacer notar, que ambos científicos se declaran ateos.
La palabra de Dios ya revelaba, 500 años antes de Cristo, que antes de los tiempos del fin “la ciencia se aumentaría” (Daniel 12:4), y ciertamente podemos ver el cumplimiento de esta profecía al observar como la ciencia ha transformado al mundo en los últimos cien años, de formas y maneras que jamás hubiésemos podido imaginar. Los viajes espaciales, las telecomunicaciones, y los avances en la medicina, son solo una muestra de lo lejos que ha llegado el ser humano en la expansión del conocimiento.
Pero la verdad es que ninguno de estos avances logrará acercarnos a nuestro Creador, a menos que los combinemos con una buena dosis de fe. Porque Dios nunca podrá revelarse a una mente que continúa negando su existencia. Dice la palabra de Dios en Hebreos 11:3 “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. La fe, es intangible, no la podemos palpar, ni medir, ¡Ni siquiera podemos verla!, pero aun así la fe, que es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve, es la única vía para acceder al conocimiento y la revelación de Dios. La fe es lo que le da cuerpo y materia a la creencia de la existencia y de la manifestación de Dios.
Resulta un tanto paradójico pensar, que algunos científicos hayan dedicado toda su vida a tratar de demostrar la existencia de este elemento llamado “la partícula de Dios”, pero que aun habiéndolo encontrado, sigan dudando del Dios que creó dicha partícula. Nunca podremos llegar al conocimiento de nuestro Creador si primeramente no tenemos fe en su existencia. “Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. (Hebreos 11:6).
Héctor José Colombo
Departamento de Redacción NotiCristo.