La primera vez que las vi, estaban sobre la mesa, llenando el cesto de los frutos; por lo general allí colocaban cambures, naranjas, o mandarinas, para que los niños de la casa, comiéramos de merienda, pero ese día, estaban ellas allí. Su color morado intenso, llamó mi atención de inmediato, y su piel lustrosa, daban ganas de morderlas.
-¿Cómo se llama esa fruta?- Pregunté con curiosidad.
Mi tía Aideé, respondió desde la cocina:
-Se llama Berenjena, ¿no la conocías?- La tía Aideé era la encargada de la comida en la casa familiar. Ella compraba, almacenaba, cocinaba, y repartía. Para saber algo acerca de la comida, ella era la indicada.
-¿Por qué es morada?- Mis ganas de saber estaban despertándose,- Pensé que la uva era la única fruta morada que existía.
Antes de recibir la respuesta, sin poder resistir la tentación, tomé una berenjena, me la llevé a la boca, y le pegué un mordisco. De inmediato se dibujó en mi rostro una mueca de desagrado, mientras gritaba con fuerza:
-¡No me gusta la berenjena…!-Mi tía Aideé se acercó para verme desde más cerca. Cuando vio en mis manos la berenjena mordida empezó a reír. Yo le grité:
- ¡No me gusta! No dejes que los otros niños la coman… la berenjena es el fruto amargo.
Y desde ese día, asocio el color morado de la berenjena con el sabor amargo y picoso que probé aquella mañana. Y cada vez que en mi familia se habla de berenjena, se le llama: El fruto amargo.
La razón de la amargura de las berenjenas, obedece a que al pelarlas o partirlas, el jugo de la pulpa, que contiene abundantes antioxidantes, entra en contacto con el aire y se oxida, produciendo ese sabor. Pero los expertos en la materia han descubierto, que ponerlas en remojo con sal o limón, unos 20 minutos, hace desaparecer el desagradable sabor. Los compuestos responsables de su ligero sabor amargo estimulan el buen funcionamiento del hígado, lo que favorece la digestión de las grasas.
La berenjena es un excelente desintoxicante que favorece la eliminación de sustancias indeseables en el organismo. Contiene vitamina A, y en pocas cantidades, vitamina B1, B2, B6, C, ácido fólico y minerales como el potasio, calcio, magnesio, y también, hierro. Es baja en calorías y posee una gran cantidad de agua. Lo cual la hace ideal para procesos que buscan la pérdida de peso.
El compuesto antioxidante que contiene, ayuda a combatir los radicales libres y se le atribuyen beneficios para reducir el nivel de azúcar en la sangre. Hay muchas variedades de berenjenas, y las hay también de varios colores: blancas, amarillas, anaranjadas, y la más común, de color morado intenso.
La berenjena es de origen antiquísimo, y se dice que entró a Europa y al Mediterráneo a través de comerciantes árabes del norte de África en la edad media. En cuanto al sabor de su pulpa, es prácticamente neutro, a pesar del amargor inicial de la cáscara, es por ello que se puede combinar fácilmente con otros vegetales.
La berenjena es un ingrediente clásico muy utilizado en la gastronomía española y árabe. Generalmente se prepara rellena, gratinada con queso, en puré, en cremas, y escabeche. Para que disfrutemos de la Providencia Divina depositada en la berenjena, compartiré con ustedes una deliciosa receta.
“Berenjenas a la Parmesana”
Ingredientes:
3 berenjenas medianas;
300 ml de salsa Napolitana;
200 gramos de queso parmesano;
1 cebolla mediana;
3 dientes de ajo;
2 Cucharadas de aceite;
Sal y pimienta al gusto.
Preparación:
Lavar, secar y rebanar las berenjenas por la mitad. Colocarlas en una bandeja y agregarles sal. Llevarlas al horno, previamente calentado, por 20 minutos. Pasado este tiempo, sacar las berenjenas del horno y proceder a sacarle la pulpa. Aparte, picar en dados pequeños la cebolla y el ajo y freír en dos cucharadas de aceite. Agregar la pulpa de la berenjena y la salsa Napolitana. Salpimentar al gusto. Con este sofrito, rellenar las tapas o canoas de las berenjenas y colocarle el queso parmesano por encima. Llevar al horno hasta gratinar. Luego servir, y ¡Buen provecho!
Nota: Por ser esta preparación horneada, no necesita colocarse en sal o limón para que pierda lo amargo.
Reflexión para el comedor:
Comer es un placer que Dios nos ha concedido, para que lo disfrutemos.
“Esto es lo que he comprobado: que en esta vida lo mejor es comer y beber, y disfrutar del fruto de nuestros afanes. Es lo que Dios nos ha concedido; es lo que nos ha tocado.”
(Eclesiastés 5:18 BAD)
Pra. Mélida Vera de Petit
Iglesia Tiempo con Dios.
Departamento de Redacción NotiCristo.