El ser humano a pesar de ser individual, es un ser social, es decir necesita interactuar con otras personas, y vivir en comunidades, necesita sentirse aceptado, considerado, y valorado en la sociedad que se desenvuelve. Cuando nos unimos a comunidades con intereses comunes, entonces buscamos esa aceptación por medio de normas, leyes, derechos y deberes, que nos permitan mantener un sano equilibrio, promoviendo el interés común, y respetando las ideas y filosofías personales, que hacen de cada individuo un ser diferente, reconociendo que la diversidad potencia a las comunidades.
Pero cuando uno o varios miembros de una comunidad toman decisiones unilaterales, sin tomar en cuenta las implicaciones que puedan tener las mismas, entonces se transgreden derechos, se violan libertades, y se desata el caos y la anarquía, porque simplemente las leyes, el derecho y los deberes que acuerdan la convivencia, son violentados por conductas inapropiadas.
Trasladamos esta idea, a lo que está sucediendo con el movimiento BLM (Black Lives Matter). BLM es un movimiento civil que dice buscar la igualdad y el respeto de los derechos en específico de la comunidad afroamericana, se dice en sus bases que es un movimiento anticolonialista, que no desean imponer una supremacía racial, sino más bien una igualdad entre semejantes. Este movimiento comenzó en el año 2013 cuando un trabajador de seguridad de origen latino George Zimmerman, fue absuelto por un tribunal, de la culpabilidad del crimen del adolescente afroamericano, menor de edad, Tayvon Martin. Cuando se dictó la sentencia de inocencia a Zimmerman, inmediatamente salió en las redes sociales el hashtag BlackLivesMatter, en protesta al sistema y demandando justicia para la comunidad afroamericana, y hasta el presidente para esa fecha, Barack Obama, se pronunció al respecto expresando: "Si hubiera tenido un hijo, él se hubiera parecido a Trayvon".
Recogiendo la inconformidad de la comunidad afroamericana que rechazaba el asesinato a sangre fría de uno de sus integrantes, y añadiendo el agravante de ser un menor de edad, surgió esta iniciativa civil descentralizada, que buscaba levantar la voz en protesta, exigiendo respeto y demandando justicia. El problema inició cuando su rechazo al sistema les hizo tomar acciones que los convirtió en justicieros, y movidos por el resentimiento y aparentes complejos de inferioridad, determinaron salir a las calles, no solo para manifestar exigiendo respeto a sus derechos, algo totalmente aceptable, sino que más allá de eso, buscando acabar con un sistema judicial al que juzgaban de incompetente y sesgado. En respuesta a sus agresiones, el sistema responde con más violencia, y todo se vuelve una batalla para demostrar quién tiene más músculos.
En el 2020, un año golpeado por la pandemia del Covid-19, vuelve a primera plana el movimiento BLM y esta vez en reclamo a la muerte del afroamericano George Floyd, otra causa más que desata la inconformidad de la comunidad de color, trayendo como consecuencia una nueva ola de violencia en las calles, en medio del alto número de contagios de Covid-19 en el país.
Todas las vidas son valiosas, y cada persona cuenta, sin importar el color de piel, y sin importar las creencias religiosas o políticas. Este debería ser el principio rector de las acciones y motivaciones. Pero cuando se pone en riesgo la vida de los demás, promoviendo tumultos y aglomeraciones en un tiempo en que lo recomendable es el aislamiento, o se promueve la violencia y la destrucción de la propiedad de otros, ¿Acaso no se viola el mismo principio? Cuando se reclama justicia, pero desatando caos, anarquía y muerte, se ponen en tela de juicio los estándares de justicia que en el fondo se manejan. Y aunque muchos de los que apoyan esta causa, lo hacen de buena fe, queriendo solidarizarse con la comunidad afectada, pareciera que los intereses de algunos factores externos están usando el apoyo a una comunidad oprimida históricamente para ocultar su agenda desestabilizadora dentro del movimiento. Surge entonces una importante pregunta: ¿Quién está detrás del BLM? Porque es necesario que revisemos quien suscita el desajuste, detrás de las cortinas.
Al mirar tras el telón, de inmediato aparecen varias cabezas que se pueden identificar fácilmente en la oscuridad: los representantes de la ideología de género, las feministas, la comunidad LGBTI, y los izquierdistas marxistas. Todos buscando aprovecharse y sacar partido, para capitalizar masas a sus movimientos. Las ideas que se proyectan, dan a pensar que el BLM busca tener la “libertad” de tomar acciones para restaurar el supuesto equilibrio entre clases sociales, desconociendo en el proceso al sistema de gobierno, y buscando quitar del poder por la fuerza a quien lo represente, por considerar que no favorece la idea (relativa) de igualdad que se tiene. Un contenido ideológico abiertamente marxista.
BLM más allá de promover la igualdad, está promoviendo el racismo, basado en la ideología del Black Power de los años 60. Y más allá del derecho y la justicia, están propiciando la anarquía, el caos y la destrucción, que terminan afectando a mucha más gente, y de manera especial a “su” gente.
Esto me recuerda lo que Pablo dijo a Timoteo respecto a estos tiempos peligrosos de los postreros días. Él advirtió que se levantaría gente con apariencia de piedad, que con sus hechos negarían la eficacia de ella. Y su consejo fue: A éstos evita. (2 Tim. 3:1-5). En este tiempo debemos usar el mismo discernimiento para identificar a aquellos que dicen promover una causa justa, pero que sus hechos niegan lo que dicen. Evitemos ser parte de ellos. No es el mal, el camino para imponer el bien. La biblia nos dice: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”. (Rom 12:21).
Luis Medina Departamento de Redacción NotiCristo