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Disfruta el Proceso

Héctor Colombo

“El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!” Salmos 138:8


Dwight L. Moody, el famoso evangelista, dijo en una ocasión que durante sus primeros cuarenta años de vida, Moisés creyó que era alguien muy importante, luego los siguientes cuarenta años los pasó creyendo que él no era nadie y terminó dándose cuenta durante sus últimos cuarenta años lo que Dios puede hacer con un don nadie.


Dios es un Dios de procesos, él sabe que estos son necesarios para tener un producto final de calidad. Por eso no envió a Moisés a liberar a su pueblo cuando tenía cuarenta años. Aunque muchos pudieran pensar: “Pero si en ese momento estaba más fuerte que nunca y además tenía las mejores relaciones con el faraón, si Dios le hubiese usado en ese momento, de seguro le hubiese ido mejor” Pero ese Moisés no estaba preparado para cumplir el propósito que el Señor tenía reservado para él. La historia de Dios nos muestra que Él procesa a todo aquel que llama y nadie está exento de esta realidad.


Hace ocho años mi esposa, nuestra única hija, y yo, servíamos al Señor en nuestra Iglesia. Yo cantaba en el coro, mi hija servía en el ministerio de niños y mi esposa en el diaconado. Todo marchaba a la perfección éramos muy amados, reconocidos y apreciados dentro de nuestra congregación.


Un día nuestra hija de siete años, despertó con un terrible dolor de cabeza y al llevarla a la clínica y hacerle los análisis, el médico nos dio la terrible noticia: tenía un tumor en el cerebro del tamaño de una pelota de golf, a partir de ese momento comenzó un proceso muy duro y doloroso para nosotros.


En la clínica fuimos visitados por una pastora que me sorprendió con las siguientes palabras: “Disfruta el proceso”, en ese momento no pude entender la magnitud de aquellas palabras, ¿Cómo es posible que alguien te diga algo así en un momento como ese? Sin embargo las recibí y las atesoré en mi corazón.


A partir de ese momento pudimos ver los mayores milagros de provisión, protección y guía en nuestras vidas. Uno de ellos fue cuando faltaban treinta millones de bolívares para la operación de mi hija. Yo pensaba: “Si tengo que vender mi carro, lo haré”, pero el Señor nos sorprendió. Me llamaron de una reconocida empresa de la ciudad y me dijeron que no me preocupara por la cantidad adeudada, porque ellos se harían cargo de todo.


Luego de la operación mi hija ameritaba quimioterapia, pero faltaban dieciséis millones de bolívares. Una noche, a las nueve, me encontraba de rodillas en la cama de mi hija orando y dando gracias a Dios, cuando sonó mi teléfono. La voz al otro lado de la línea me dijo: “Soy el gobernador del estado y aquí en mis manos tengo la carpeta de su hija, ¿Qué necesita?” Terminó diciéndome que no me preocupara, porque ya había girado instrucciones de que me dieran todo lo que necesitara. Y así ocurrió.


También me preocupaba el hecho de no poder asistir más a la iglesia y le pedí al Señor que llevara la iglesia a la clínica y todos los días nos visitaban, llevaban comida y nos daban dinero, hasta llegaron incluso a hacer servicios en el estacionamiento.


Cuarenta y ocho días después, finalmente nuestra única hija partió con el Señor y continuó el proceso. Durante un año y medio, Dios nos fortaleció y nos llenó de una paz que sobrepasa todo entendimiento. Un día mi esposa y yo nos postramos de rodillas, y llorando, le dijimos al Señor que si él deseaba darnos otro hijo sería bien recibido, pero si no lo hacía igual le íbamos a seguir sirviendo. Al mes exacto de haber hecho esa oración, mi esposa se apareció con el resultado de un examen donde decía que estaba embarazada nuevamente y Dios nos dio otra hija que hoy cuenta con seis años de edad.


Muchos milagros ocurrieron durante aquel duro proceso, pero así como ocurrió con Moisés, Dios nos estaba preparando para algo mayor, cuando nuestra hija cumplió un mes de nacida la presentamos en la iglesia y ese mismo día el Señor nos dio el privilegio de ser ungidos como pastores de una congregación.


En ese momento recordé las palabras de aquella pastora en la clínica: “Disfruta el proceso” y de inmediato cobraron sentido para mí. Pude entender que disfrutar del proceso es mantenernos expectantes de como Dios obra y se Glorifica cada día del proceso.


No sé qué situación puedas estar viviendo hoy, pero por más dura que parezca, debes tener la certeza de que Dios está trabajando en ti, y al igual que un diamante es sometido a las mayores presiones, para luego ser labrado, a manera de obtener su valor final, de esa misma manera Dios lo está haciendo contigo, porque tiene grandes propósitos para tu vida.


Héctor Colombo

Departamento de Redacción NotiCristo

Diseño Gráfico: Desiree Tarrío

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(Romanos 10:14-15)

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