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Pastora Libna de Parra

Levántate y anda


Nuestra nación está lisiada. Estamos en presencia de una generación que nació imposibilitada para avanzar. Paralíticos mentales que no ven soluciones para sus problemas. Gente con potencialidad, ubicadas en el mejor lugar que pueden estar, pero con una visión limitada de sí mismos, que se han dejado convertir en limosneros, y viven esperando que otros vengan a darle lo que les sirva para la sobrevivencia diaria, porque piensan de sí mismos que no son capaces de producir, y no se atreven a pensar más allá del día en el que están existiendo.


Pero estamos también a las puertas de un milagro. Esta nación lisiada va a ser transformada. El poder de Dios la va a levantar de la postración y la vergüenza, para convertirla en una nación productiva, con otra mentalidad, que se vea a sí misma de una manera diferente, que reconozca su potencial, entienda su propósito, y que sea modelo de transformación para el resto del mundo.


Pero, ¿Cómo va a operarse ese milagro? Sucederá igual a lo que sucedió con el cojo que estaba en la puerta del templo, que se llamaba La Hermosa, allí lo encontraron Pedro y Juan, mendigando, esperando recibir limosnas de los transeúntes, pero después de tener un encuentro con La Palabra de Dios, experimentar el toque del Espíritu, y recibir la gracia de Dios, fue convertido en un hombre nuevo, modelo para los demás, y testigo del poder divino.


¿Por qué nos comportamos como paralíticos pordioseros cuando tenemos tanto para dar? ¿Cómo salir de esa mentalidad lisiada que no nos deja pensar más allá de nuestro presente de miseria? ¿Cómo cambiar la programación mental de una generación que ha sido condicionada para pensar como cojos dependientes, que no ven posibilidades, aparte de mendigar?


Cuando Juan y Pedro iban al templo para orar, encontraron a ese hombre paralítico de nacimiento que ponían allí para pedir limosnas. No conocía nada más que la forma de vida de un impedido. Su expectativa de vida estaba limitada a las limosnas que podían poner en su mano. Estaba atado a la miseria, al dolor y a la baja autoestima. Tal como lo está mucha gente en esta nación.


Experimentaba diariamente el dolor, el rechazo, y la frustración, y se sentía esclavo no solo de una condición física, sino también de un estado mental, manteniéndose atado a una vida de aislamiento, porque a pesar de ver y ser visto de todos, no se sentía amado ni valorado por nadie, y se sentía como una carga que nadie quería llevar.


Cuando aquel hombre extendió sus manos hacia los apóstoles, mendigando, Ellos movidos por el Espíritu Santo, a través de la palabra divina, lo guiaron a entender que había cosas que le estaban limitando en su vida, y que le impedían salir de la parálisis del pensamiento.


Ellos le dijeron: “¡Míranos!”. Porque estaba viendo de manera errática, había perdido el enfoque, la visión, y la expectativa de cosas más grandes. Su visión de vergüenza, le llevaba a bajar la mirada, entumeciéndole espiritualmente, y desenfocándole de la posibilidad de levantarse. “Míranos” Sacaba al inválido de su visión limitada, rastrera, acomplejada, para aumentarle la expectativa de fe. “Míranos”, buscaba enfocar al lisiado a mirar en los apóstoles su próxima versión, porque un milagro le haría un testigo también, de Cristo y su poder.


Pedro continuó diciéndole: “No tengo oro ni plata”. Porque quería sacarlo de la mentalidad materialista que conduce a la miseria. Porque cuando alguien pone su esperanza en las cosas materiales, así consiga mucho dinero, seguirá siendo un avaro que no entiende el verdadero valor de la vida. “No tengo oro ni plata” obligaba al paralítico a entender que no era el dinero el que podía resolver las cosas. Buscaba sacarle de su límite material y físico, para llevarlo a un valor espiritual y moral. “No tengo oro ni plata”, buscaba sacar al hombre lisiado de sus paradigmas equivocados, para mostrarle que había cosas de más valor que se podían dar o recibir.


Luego le dijo: “De lo que tengo te doy”. Porque lo que paraliza a una persona o a una nación para no dejarle avanzar, es el egoísmo de querer recibir en vez de la generosidad de dar. Los apóstoles estaban modelando una conducta al dar de lo que tenían, y querían empoderar al hombre, mostrándole que él también tenía mucho para dar.


Cuando Pedro le dijo “En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”, aquel hombre descubrió que tenía fe, para ser sanado, y sus pies y tobillos fueron afirmados, y empezó a danzar, a saltar y a alabar a Dios en presencia de todo el pueblo.


Desde ese día su vida cambió. Descubrió lo que tenía, y empezó a dar en vez de solo buscar recibir. Daba testimonio, daba alabanza, daba saltos de alegría, daba muestras de una mentalidad renovada, porque descubrió que más feliz te hace dar que recibir.


Lo mismo sucederá con esta nación y contigo: enfoca tu mirada en Jesús, para recibir de él la sanidad y la restauración. Deja de poner tu esperanza en lo material que puedas recibir, y empieza a ver que ya tienes todo lo que necesitas para levantarte en fe, y caminar con determinación y confianza, por un nuevo camino de verdadero avance y genuina prosperidad.

Pastora Libna de Parra

Centro Cristiano “Estableciendo el Reino de Dios” (CeCERDi)

Ciudad Bolívar, Estado Bolívar.

Departamento de Redacción NotiCristo.

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