Muchos años han pasado desde que pudimos disfrutar de los primeros videojuegos. Pong, el famoso juego arcade de ping-pong lanzado por Atari en 1972, señala la fecha en la que delimitamos la primera videoconsola de la historia.
En realidad a todos los que pudimos disfrutar de estos primeros videojuegos tan básicos e inocuos como ping-pong, o el famoso pacman, más tarde, en los años ochenta, nos hubiese resultado imposible creer la evolución tan vertiginosa que tendrían estos videojuegos en la última década.
Las gráficas tan impresionantes que nos ofrecen hoy en día, además de los avances en la interconexión de la red a nivel mundial, han permitido que lo que comenzó tan solo con unas pequeñas consolas que traerían distracción en nuestros hogares se convirtieran en grandes juegos de red donde se pueden conectar personas de diferentes partes del mundo e interactuar en diversos escenarios virtuales.
Hoy en día vivimos en una sociedad tecnológica, donde a los niños, desde los tres años, se les coloca una consola de videojuego o un celular en sus manos, como niñeras virtuales, con las que estos se puedan “distraer”, explorando y hasta descargando juegos sin la debida supervisión de los padres, exponiéndolos a los peligros potenciales que estos representan, y que no se toman en cuenta. El mayor de ellos: La Adicción a los videojuegos, un problema silencioso que presenta multitud de riesgos, mayormente para los menores, si no se controla adecuadamente.
Los juegos por internet constituyen una gran industria en diferentes países uno de ellos es Corea del Sur donde el 76 por ciento de la población tiene acceso a la red, los juegos en línea son los favoritos de jóvenes y adultos, hay jugadores de todas formas tamaños, sexo y edades, cuando estas personas comienzan a jugar se transforman en cualquier personaje que ellos deseen con súper poderes y todo, y de esta manera pueden escapar del mundo real y pasar horas inmersos en estos juegos, abstrayéndose completamente de la realidad, llegando al extremo de dejar de comer y de ir al baño por mas de seis horas.
Este uso abusivo también “entraña riesgos” tal y como lo entiende la OMS, que en 2018 incluyó el trastorno por el uso de videojuegos en su Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11), en la que ha recogido por primera vez la adicción a los videojuegos.
Según Eduardo Carreño, especialista en adictos al juego, la misma zona del cerebro en la que se concentra la adicción a la cocaína es la que afecta también a los ludópatas. “En las casas de apuestas, por ejemplo, te dan un resultado inmediato, lo cual hace que una persona se convierta en adicta con mayor facilidad. Sin embargo, se tarda más en tener un problema crónico con la ludopatía que con la cocaína, pues esta última produce un daño irreversible con mayor rapidez”.
La falsa euforia que produce la adicción a los videojuegos hace que un jugador viva el éxito de una manera distinta ya que concibe el juego como una forma de cambiar su vida, aunque eso no sea así. Esta adicción puede acabar siendo peor a nivel social, aislando y eliminando a esa persona de un ciclo natural, porque esta actividad nociva se convierte en el centro de su vida.
Cuando se trata de juegos violentos donde el uso de armas y el asesinar al contrario es el objetivo primario del jugador, resulta más preocupante, pues existen estudios recientes, que revelan que el cerebro humano no hace diferencia entre asesinar a alguien virtualmente o hacerlo en la vida real. Se activan las mismas zonas del cerebro. A un jugador que ha asesinado virtualmente en muchas ocasiones le resultaría mucho más fácil hacerlo en la vida real lo cual le haría potencialmente más peligroso para la sociedad, en caso de portar un arma de fuego.
El llamado "gaming disorder" (Trastorno de Juego), se encuentra dentro de la sección sobre "trastornos mentales, del comportamiento o del desarrollo neurológico" y va justo después del "gambling disorder", es decir, la ludopatía, con la que comparte definición y vocabulario, solo que sustituyendo la palabra "gambling" (apostar) por "gaming" (jugar).
En realidad jugar con estas tecnologías no representa un problema si se hace de una manera responsable, el problema radica en el mal uso que se hace de ellas. Existe un potencial riesgo con respecto a la adicción a estos videojuegos, y los padres debemos hacernos conscientes de ello, y tomar las debidas previsiones en cuanto a la supervisión del tipo de juegos y el tiempo permitido para usarlos que les concedemos.
No podemos delegar el cuidado de nuestros pequeños a estos aparatos de entretenimiento. Los videojuegos pueden producir inclusive cambios en algunas áreas del cerebro de nuestros hijos, alterándoles de manera peligrosa su salud mental y emocional. Héctor Colombo
Departamento de Redacción NotiCristo
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