Serie: Libertad
2. Autogobierno
Existe la sutil tendencia en la gente, de pensar que ser libres, significa poder hacer todo lo que se quiera, cuando se quiera y como se quiera. Sin restricción de ningún tipo, y dejándose llevar por los instintos más básicos e irracionales. Pero eso no es libertad, sino libertinaje.
La libertad es más bien un asunto de “elegir de manera responsable la propia forma de actuar dentro de una sociedad”. Y esa palabra central: responsabilidad, es la clave de todo; porque significa que tienes la capacidad de responder a los compromisos que generan tus propias acciones.
Dicho de otro modo, disfrutar de libertad te demandará la habilidad de razonar tus elecciones, y asegurarte de tener lo necesario para poder cumplir adecuadamente tus obligaciones. Este ejercicio de madurez que muestras en tus elecciones es lo que llamamos autogobierno.
El autogobierno empieza en una decisión: poner los valores de Cristo al frente, en el centro de tu voluntad, y establecerle a Él como rey y Señor de tu propia vida. Hacer eso, te exigirá pensar desde la revelación de su palabra, y manifestar la influencia del pensamiento divino en todas las áreas de tu vida.
El autogobierno es un fruto del Espíritu Santo, también llamado templanza o autocontrol, que permite tomar las riendas de las emociones, pasiones y deseos, para sujetarlas al control y dominio personal, sin necesidad de la coacción o disciplina de un gobierno externo, que te someta por el miedo o el dolor.
El autogobierno, te permitirá vencer los vicios del carácter, y dominar los arranques emocionales como la ira, el enojo, la tristeza excesiva o la depresión, que pueden jugar en contra del cumplimiento de tu propósito, y de tus metas y objetivos. No en vano dice la Biblia:
“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” (Proverbios 16:32 RVR1960)
Dominar los impulsos, es mejor que ser fuerte. Y gobernar el espíritu te permitirá conquistar todo lo que te propongas.
Nunca serás completamente libre, a menos que seas plenamente capaz de dominarte a ti mismo.
Pr. David Parra
Serie: Libertad
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