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¿Cómo alcanzar el dominio propio?


Pasiones Juveniles


Capitulo 4: ¿Cómo alcanzar el dominio propio?


¿Te has preguntado cuál fue el secreto de Lionel Messi para llegar a ser uno de los mejores futbolistas del mundo?


¿Te imaginas cuánto esfuerzo y constancia tuvo que tener este personaje para ser lo máximo en este deporte?


Sus balones de oro, sus muchos goles, sus marcas y patrocinadores, solo fueron recompensas que obtuvo gracias a un rasgo característico que afirma sobre sus talones a los emprendedores de corazón: el dominio propio.


Un joven peregrino en el camino hacia Cristo, tal como Lio Messi, va desarrollando este rasgo comenzando desde la mente y desplegándose hacia el exterior, con la meta siempre presente de honrar a Dios en todo. Pablo dijo:


“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.” (1 Corintios 9:24-25, RV60)


Pablo compara el camino del cristiano con las carreras populares de ese entonces en Roma, instando a que se imite aquella constancia del corredor que llegó a la meta primero que los demás y que por supuesto, ganó el premio.


Por otra parte, las palabras “lucha” y “abstiene” juegan un rol importante que esclarecen el sentido de esa constancia. La primera palabra tiene su significado metafórico, según del diccionario Vine, como “contender perseverantemente en contra de la oposición y de las tentaciones” mientras la segunda palabra implica: “Tener poder sobre uno mismo, continencia, dominio propio”.


Uniendo el rompecabezas, diría de esta forma: “Todo aquel que persevera en contra de la oposición y de las tentaciones, toma control de sí mismo, y se contiene, para dominar la carrera”


La disciplina también se conoce en la Escritura como perseverancia, que viene siendo esa pieza clave que necesitábamos para que todo el engranaje funcione correctamente; ella nos permite potenciar las aptitudes esenciales para que seamos personas cuyas fuerzas fluyan como corriente de agua, hacia una misma dirección.


El Apóstol se refiere a un ejercicio superior que será provechoso para dar sentido a esta vida y a la venidera, y es el ejercicio espiritual. Él dijo a Timoteo:


“Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.” (1Timoteo 4:7-8, RV60)


La práctica constante del bien, desde la intimidad hacia el exterior, va estructurando en nosotros un carácter maduro que no se deja manejar por el temperamento o por los estímulos externos.


¿Alguna vez has visto que un caballo monte a un jinete? Puede que se den casos perturbadores, pero mayormente es el jinete el que maneja al caballo.


Así es la diferencia entre el carácter y el temperamento. De seguro has escuchado cosas como “fulano si tiene un carácter fuerte, se pone como loco cuando se enoja”, pero ¿Y si te dijera que es al contrario?


El carácter es el rasgo de dominio que tiene una persona, mientras el temperamento son aquellas emociones y sentimientos que buscan galopar furiosamente sin que nadie los sujete, asimismo, aquellos que se dejan gobernar por su temperamento, son personas débiles de carácter.


Pero el conocimiento y obra de la Escritura con la ayuda fiel del Espíritu, hacen que este carácter madure, llevándolo de un estado débil a uno con mayor fuerza, para que aguante el torrente de cosas internas y externas.


Hay otra práctica muy subestimada, que nos ayuda a alcanzar el dominio sobre el temperamento: la Oración, lo que le permitió tener autocontrol a Jesús en su momento más apremiante.


“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.” (Mateo 26:39, RV60)


Jesús era un hombre de oración, y Él recomendó: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mateo 26:41, RV60)


Sé que a veces los desánimos hacen que desvaloremos estas dos prácticas, la lectura y la oración, pero si un muchacho de barrio llego a ser, por su vida disciplinada, el mejor futbolista del mundo ¿Qué niveles espirituales no alcanzaremos nosotros, sí desarrollamos el auto dominio en todas las áreas de nuestra propia vida?

No te pierdas el capítulo de mañana: “La verdadera Pasión”.


Serie: Pasiones Juveniles

Autor: Jennifer Pérez

Dpto. de Redacción NotiCristo


Dpto. de Diseño: @REDACTRONICA


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