Serie: Cada mañana
Día 3: Eleva tu oración
En la escena de adoración celestial que narra el apóstol Juan en apocalipsis, él vio 24 ancianos que se postraban delante del cordero, y que tenían arpas y copas de oro llenas de incienso. Y explica con total naturalidad algo que entendía muy bien: esas copas “son las oraciones de los santos” (Apocalipsis 5:8).
Desde la antigüedad, en el culto levítico, Dios había girado instrucciones acerca del incienso, una de ellas era: “Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará.” (Éxodo 30:7)
El salmista David entendió el significado de este mandato al sacerdote Aarón cuando dijo: “Suba mi oración delante de ti como el incienso” (Salmos 141:2). Él se estaba viendo a sí mismo como un sacerdote, y a su oración como el incienso aromático que se quemaba cada mañana en el altar.
Todo lo que recibamos de Dios, vendrá como respuesta a una oración. Por eso, la mejor manera de empezar el día, es precisamente quemando el incienso de la oración en el altar de nuestra devoción a Dios.
Jesús modeló esta vida sacerdotal delante de sus discípulos. De modo que ellos pudieron conectar los milagros y los portentos públicos, a su vida íntima de ferviente oración: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.” (Marcos 1:35)
Él lo hacía así, porque la oración de la mañana le mostraba el camino que debía seguir cada día. Del mismo modo te pasará a ti, como lo experimentó también el salmista que expresó: “Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma.” (Salmo 143:8).
Quemar el incienso en el altar, hacía que las ropas, las barbas y aun la piel de los sacerdotes se impregnara del aroma del lugar de la presencia de Dios. Del mismo modo, quemar el incienso de la oración en el altar de una vida de matutina devoción, hará que los demás perciban en ti la esencia impregnada del aroma divino.
Cada mañana, como sacerdote real, aparta tiempo para presentar tu ofrenda de incienso en el altar de la oración. No inicies tu día sin presentarte primero delante de Él.
Libna Villegas de Parra
Serie: Cada mañana
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