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El ser antes que el hacer


Serie: ¿Estás siendo o sólo haciendo?


Día 1: El ser antes que el hacer


Quisiera comenzar esta serie con una pregunta: ¿Qué te mueve a hacer lo que haces cada día? ¿Realmente estás viviendo o sólo existes? Lo que hay dentro de ti como ser humano determina tus acciones y tus pautas de vida. Recientemente conversaba con un amigo sobre aspectos que necesitamos considerar al momento de evaluar las razones que nos motivan a seguir adelante cada día y él me compartía que esos cuatro aspectos son:


1. Identidad

2. Relaciones

3. Propósito

4. Prioridades


En los días siguientes comentaremos un poco acerca de cada uno de estos aspectos y de cómo influyen en nuestras decisiones diarias y en todo lo que hacemos.


Marcos Brunet, un conocido cantante cristiano, escritor y pastor, en su libro “Ser para hacer” resalta la importancia de poner en primer lugar lo que somos para poder hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas. Lo que somos como seres humanos da base a lo que hacemos.


Yo solía ser una “activista espiritual”, siempre enfocada en el servicio en mi congregación, involucrada en un montón de actividades que disfrutaba muchísimo y que a mi parecer era lo que Dios me pedía: estar en movimiento constante y cumplir con la tarea de extender el mensaje del evangelio. Y digo que “solía ser”, porque desde un tiempo para acá el Señor me ha hecho entender que más que “hacer” él quiere primero mi “ser”.


No significa que dejaré de lado las actividades en la iglesia, o seré negligente con los compromisos que Dios ha puesto en mi vida, pero sí que reenfocaré mi mirada. Primero, y para poder ser más efectiva, necesito ser más como Jesús, aprender e imitar su carácter, pasar más tiempo con él a través de la lectura del manual de instrucciones que me dejó y éste es: Su Palabra, la Biblia. Allí encuentro todo lo que él ha dejado para mí en cuanto a cómo debo vivir, mi conducta, mis relaciones, y lo que él espera de mí. Esa es su manera principal de comunicarse conmigo.


Luego tengo la oración que es mi manera de comunicarme con Dios. Y orar no está sujeto a una fórmula, sino que es una conversación directa y honesta con él. No tengo que usar “ciertas palabras” para que él pueda escucharme o cumplir con ciertas reglas. Lo principal que necesito es honestidad, humildad y reconocer su grandeza. Lo alabo por quién es Él y reconozco mi necesidad constante de Su Presencia y su ayuda. Puedo contarle mis preocupaciones, mis anhelos, mis sueños, mis dudas, mis miedos, mis enojos, mi necesidad de justicia, en fin… Todo! Y lo mejor es que puedo orar en cualquier parte y a cualquier hora. ¡No tengo que hacer cita previa para que me atienda!


En todo esto estoy enfocada en mi ser, en la transformación de mi carácter para poder agradar al corazón de Dios y mostrar a otros lo que él ha hecho en mí. Obviamente en nosotros no habrá perfección, pero podremos dar una mejor representación de la presencia de Cristo en nuestras vidas si nos sometemos a Él.

En éste proceso de transformación es imprescindible asumir la actitud de Juan El Bautista: “Él ha de ir aumentando en importancia, y yo disminuyendo” (Evangelio según San Juan 3:30 DHH).


Beverly Guevara

Serie: ¿Estás siendo o sólo haciendo?

Dpto. de Redacción NotiCristo


Dpto. de Diseño: Desiree Tarrio

@desi_tarrio en Instagram y Telegram

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