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Entrenadores para la libertad

Pr. David Parra


“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.”

Gálatas 4:1-2


El hijo heredero de una casa romana, era señor de todo en la casa, y era considerado por los esclavos como el amo, incluso siendo niño. Sin embargo, mientras era un infante, no podía hacer lo que se le antojaba, sino que estaba sometido al personal de la casa. El padre lo disponía así, para asegurar el crecimiento y la madurez del pequeño.


Por lo general había un esclavo que fungía como administrador doméstico, el mayordomo, que entre sus responsabilidades estaba someter al niño, ser su tutor, para supervisarlo, guiarlo, y enseñarlo. Y también había en la casa otro esclavo que manejaba el tesoro del hogar, el curador, responsable de enseñarle al muchacho a relacionarse con las cuentas.


La madurez no sucede de forma automática. El padre entendía que para producirla en el niño, este debía ser sometido a curadores y tutores. Del mismo modo, para promover nuestro crecimiento integral, Dios establece tutores y curadores, que nos retan a avanzar hacia la madurez. Hay tres elementos que Dios usa para producir madurez en sus hijos: Disciplina, Perspectiva y Sometimiento.


Disciplina


El crecimiento no viene sin los dolores de la disciplina. La corrección de Dios tiene un propósito: madurarnos. La Biblia dice: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor y no te des por vencido cuando te corrija. Pues el SEÑOR disciplina a los que ama y corrige a todo el que recibe como hijo». (Hebreos 12:5-6).


El método de enseñanza de Dios, son las experiencias de la vida. Dios enseña con teoría y práctica. Él te da el libro para que estudies, y te lleva a la vida para que experimentes. Algunos se pierden en la vida, porque no leen el libro, y otros se pierden el crecimiento porque huyéndole a los problemas, temen experimentar y se atrofian. Para crecer, ambos procesos son necesarios.


La disciplina se desarrolla con la constancia en las cosas que hacemos. Son hábitos prácticos que repetimos una y otra vez. “Una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada.” Cuando eres maduro, y estás completo, (porque la disciplina hizo su trabajo) “No te faltará nada”, es decir, tienes acceso a la provisión.

¿Sabe por qué a veces padecemos la falta de recursos? por inconstantes, por desordenados, y por indisciplinados. Eso es lo que significa ser inmaduros. La inconstancia te lleva a la inestabilidad (económica, relacional, y familiar) porque te hace depender de tus emociones y deseos, en vez de dominarlos, y “El hombre de doble ánimo, (indisciplinado) es inestable en todos sus caminos.” (Santiago 1:8)


Perspectiva


Si quiere medir la madurez de una persona, evalúe cómo interpreta lo que sucede a su alrededor. La gente reacciona, de acuerdo a lo que percibe. Dos personas pueden mirar la misma situación, desde dos perspectivas diferentes y ver cosas distintas.


Hay dos formas de ver, con la vista y con la visión. La vista solo toma en cuenta lo natural, lo que percibe el ojo, lo que se presenta enfrente. La vista ve la realidad. Y es sugestionada por ella. Pero la visión percibe a través de la fe. El apóstol Pablo dijo: “Porque por fe andamos, no por vista”. Pero para poder ver desde la fe, usted debe desarrollar la visión de fe. Y eso es algo que se produce cuando nos enfocamos en la palabra de Dios.


Tenemos la perspectiva de Dios, cuando interpretamos todo, no por lo que pensamos u opinamos, ni por lo que dicen los demás, sino por lo que dice la Biblia. El Señor nos está llamando a meditar en las cosas que nos pasan, pero desde la óptica de sus promesas, enmarcando todo, en las palabras que nos habló, animándonos en su verdad y en su amor, para que avancemos en su propósito para nosotros.

Sometimiento


Así como para el jovencito romano, la madurez estaba determinada por su nivel de sujeción a las órdenes de su padre, recibida por medio de los curadores y tutores, nuestra madurez estará determinada por nuestra sumisión a Dios. Santiago dijo: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7).


Sometimiento es el proceso de aprender a pelear nuestras batallas. En la vida militar, hay tres cosas fundamentales para un soldado: Disciplina, información (ordenes) y subordinación (sometimiento a las ordenes). La vida cristiana nos demandará ser buenos soldados de Jesucristo. Necesitamos desarrollar subordinación.

Hay gente que cree que ser maduro es hacer “lo que le dé la gana”, sin rendirle cuentas a nadie. Pero eso no es cierto. La madurez te prepara para gobernar, y empieza por gobernarte a ti mismo. Cuando eres maduro, juzgas correctamente las cosas. Un buen juicio, te ayuda a tomar mejores decisiones. Y una buena decisión es obligarte a rendir cuentas.


Someternos a Dios es una estrategia de batalla. Andar sin subordinarse a la autoridad es exponerse, y significa poner en peligro al pelotón (la familia, el equipo). La Biblia nos manda a someternos: Los conyugues, uno al otro; los hijos, a los padres; las ovejas, a los pastores. Dios nos manda a someternos a sus mandamientos. Porque si no hay sujeción, no hay madurez, y sin ella no hay victorias, ni tampoco conquista.



David Parra

Departamento de Redacción NotiCristo.


Diseño: @idealteam



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(Romanos 10:14-15)

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