Serie: Prosperidad
#4. Exige tu amor y servicio
La prosperidad es un tema de mucha actualidad en el pueblo de Dios, porque el propósito de Dios es que sus hijos tengan éxito, sean bendecidos y prosperados en todo.
Muchos deseamos apropiarnos por fe de esta promesa; pero lo cierto es que la prosperidad integral no es una constante automática, por el solo hecho de que Dios la haya prometido.
La prosperidad está condicionada al amor que se tenga a Dios y a la obediencia a su Palabra. Israel para asegurar su prosperidad debía amar a Dios con todo su corazón y con toda su alma; andar en sus caminos, servirle y guardar todos sus mandamientos. Moisés dijo:
"... ¿Qué pide Jehová tu Dios de ti? Sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y que lo ames y sirvas a Jehová tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos que yo te prescribo hoy para que tengas prosperidad…" Deuteronomio 10:12-13.
Moisés está haciendo un recuento a Israel de todo su paso por el desierto, para ratificarles que la tierra que iban a poseer era un regalo del Señor, no porque lo merecieran, sino porque Dios lo había prometido a sus antepasados.
Sin embargo, Dios les hace una advertencia: Si quieren tener prosperidad, guarden los mandamientos y estatutos que les he entregado. El bienestar integral (de salud, financiero, emocional, y espiritual) estaba supeditado a la relación que desarrollaran con Dios por medio de sus leyes.
Nuestra prosperidad integral, también depende de nuestra comunión y dependencia absoluta de Cristo y de su Espíritu Santo, Jesús dijo: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podéis hacer”. (Juan. 15:5).
Cristo pagó el precio de nuestra prosperidad en la cruz. Permanecer en Él es la garantía de nuestro desarrollo y bienestar. Separarnos de Él representa nuestra ruina.
Pr. Manuel Domínguez
Serie: Prosperidad.
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