Que no se pierda ninguno
Siempre recuerdo las palabras que una profesora de mi especialidad, educación preescolar, dijo en una ponencia: “Un niño es un edificio en construcción, y lo más importante de ese edificio es la base fundamental que colocamos. De eso dependerá su desarrollo o destrucción”. La Biblia dice: “De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza.” Salmos 8:2.
Procuro tener en cuenta esas palabras, no solo en el área pedagógica escolar, sino mucho más en el área espiritual, en el Ministerio de niños con el cual trabajo. Constantemente pienso: “Estoy echando la base para este edificio, ¿Será suficiente? ¿Resistirá?”
Ser padres, representantes, tutores o docentes, en un mundo tan apresurado, y avanzado tecnológicamente, pero también tan desviado de hoy en día, es todo un reto. Los niños aprenden rápidamente siguiendo los modelos y patrones que ven frente a ellos.
Por eso el principal reto al educar a un niño, es procurar ser buenos modelos. La fe, el amor, el respeto y la confianza, la aprenderán no en las palabras que usted les diga, sino en el ejemplo que usted les dé.
Procure modelar para ellos, en su familia, buenas actitudes y valores cristianos, que le permitan al niño incorporar esos patrones a su vida cotidiana, como algo natural. Enséñele los hábitos sencillos y básicos de la vida espiritual, para que cobren en ellos un gran significado.
Enséñeles a orar, agradeciendo por cada provisión de alimentos; Permítales ver y aprender con usted, cómo invocar el nombre del Señor; hágalo participar en la familia, de momentos especiales para honrar y alabar al Padre Celestial.
Muéstreles cómo amar y servir al prójimo, amando y sirviendo usted, mediante sus dones y talentos; motívelo a cuidar de los demás, y a valorar a las personas por la dignidad inherente a ellos, y no por lo que tienen o por lo que representan.
Modele ante ellos humildad, respeto, y amabilidad, y estará sembrando en ellos, una conducta leal y compasiva, que bendecirá a los demás, y le ayudará a relacionarse mejor con sus semejantes. Guárdelos como joya valiosa, para que no se pierdan, Dios se los dio, y a Él tendrá que rendir cuentas.
Jesús como modelo perfecto, también enseñó la rendición de cuentas de sus hijos espirituales, los discípulos. Él dijo al Padre: “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió”. (Juan 17:12 RVR1960).
Del mismo modo, cuide y preserve a sus niños, guárdelos en el nombre del Padre. Dios se los dio a usted, y quiere que al final de su vida, cuando se presente ante Él, pueda decir como Jesús: “Ninguno de los que me diste se perdió”.
Anahís Alvarado
Dpto. de Redacción NotiCristo
Dpto. Multimedia: Marco Gentile
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