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“La orquesta más grande del mundo”



Participar en conciertos y magnos eventos, era algo muy común para mí. Pero cuando nos invitaron a romper el Récord Guinness, conformando la orquesta más grande del mundo, ¡Wow, fue retador e impresionante! ¡Era el reto mayor!


Mi nombre es Elgenesis Haricapa, y soy músico del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, actualmente directora del Programa Alma Llanera en el núcleo de Guanare, Estado Portuguesa.


Nací en una familia de músicos, y pertenezco a la orquesta desde que tengo 5 años; Mis padres y mi prima son clarinetistas, mi hermana es Flautista, y yo violinista – mandolinista, así que la música nos viene de familia.


Cuando nos dijeron, en el núcleo de Guanare, que participarían 12 mil músicos del sistema, de inmediato decidimos ir. Por un lado, con la intención de ver a músicos colegas que teníamos muchos años sin ver, y por el otro, por la experiencia para los niños que se estaban formando y que no habían viajado nunca. Sería algo nuevo, emocionante y diferente, para ellos.


Pero la mayor motivación para ir, era tener la oportunidad de protagonizar el enorme reto que teníamos por delante, seríamos parte de algo histórico: intentaríamos imponer un nuevo Récord Guinness como “la Orquesta más grande del mundo”.


Tomamos la decisión de ir, aun sabiendo que debíamos esforzarnos en todo: El viaje sería largo, y así mismo los ensayos, sobre todo porque la pieza con la que participaríamos “La Marcha Eslava de Tchaikovsky” ameritaba un gran trabajo y un redoblado esfuerzo.


Participar en el Récord Guinness venía cargado de condiciones: La pieza a tocar debía tener una duración mínima de 5 minutos, pero el tiempo de la nuestra sería de 12 minutos. Cada persona que estaba allí debía interpretar su instrumento sin intercambiar con nadie, durante la pieza ninguno podía detenerse a menos que la pieza tuviera una pausa en silencio, pero en el “tutii” todos debían tocar sí o sí.


Por cada 50 músicos había un observador del Récord Guinness que se encargaría de monitorear que todas las reglas se cumplieran. Fuimos divididos en 4 bloques, nosotros integramos el segundo, y aunque interpretaríamos otras piezas importantes (Te Deum, Venezuela, Alma Llanera, Aleluya, merengue del primer dedo, Chamambo, y el Himno Nacional) la más relevante era la del concurso.


Describir lo que se siente es complicado. Los nervios palpitantes al comenzar, el fluir apresurado de la adrenalina, la presión de sentir que te observan, y el estruendo musical alrededor, junto al imponente y achicharrante sol, conjugaba un ambiente radiante, pero de mucha tensión.


Pero nada de eso importaba, lo trascendental del momento era ser parte y protagonistas de la historia que estábamos escribiendo haciendo música, lo que estábamos por alcanzar era demasiado significativo, y todos estábamos allí felices y deseosos de lograrlo.


Fuimos advertidos de lo abierto del lugar, y sorprendidos al saber que cámaras drones grabarían el evento. Las recomendaciones incluían: llevar gorra, paraguas, protector solar, y poncho preventivo por si llovía.


Había que pensar en todos los detalles y en la protección de todos los participantes. Como este evento demandaba mayor resguardo y compromiso, en todo momento fuimos custodiados por la Guardia Nacional.


Al grupo de Portuguesa, nos hospedaron en el hotel El Casino, y disfrutamos de comer pan cada día, en diferentes versiones, y con múltiples acompañantes: Nuggets de Pollo, carne, jamón, queso, y tocineta, con diversas frutas y bebidas.


Para hidratarse cada quien contaba con 2 litros de agua, y en el patio de honor de la academia militar había médicos, ambulancias, y personal de emergencia, todo un aparataje, porque lo que acontecería en ese lugar sería impresionante.


En los ensayos nos enteramos que había 12.700 sillas y que ninguna estaba vacía. Era impresionante la cantidad de músicos participantes, pero mucho más fue el hecho de saber que eso no representaba sino el 1% de nuestros núcleos a nivel nacional.


Fue emocionante entender que ahora somos muchos más en el sistema, y esto sirvió para demostrar los lazos que unen a una gran familia en cada rincón del país.


Por fin llegó el momento esperado… fue como vivir un sueño, como entrar en otra dimensión, una donde el arte y la belleza de la armonía, el ritmo y la melodía eran fundidos magistralmente por los instrumentos, para unir en un solo corazón no solamente a más de 12 mil músicos, sino a toda una nación.


Los corazones venezolanos vibraron siguiendo la secuencia de las notas musicales, y en cada vibración se unían los sentimientos de los lugares más remotos allí representados, recordándonos por qué en cada rincón del territorio nacional existe un núcleo del sistema nacional de orquestas: Para rescatar niños de los peligros y tentaciones de las calles poniendo en sus manos un instrumento en vez de un arma.


Estar allí fue un logro inmenso, y representó un hito en nuestras vidas. Disfrutamos estar allí porque realmente amamos lo que hacemos, amamos el arte, a nuestros instrumentos, el compartir en familia, y el saber que hay personas de diferentes lugares, a las que nunca habíamos visto, pero con los que tenemos un vínculo especial: La música nos une en un solo sistema y un mismo sentir. En un solo corazón latiendo por un mismo propósito: Luchar, tocar, y cantar, haciendo música para todos los venezolanos.


Lo hermoso del sistema es que es de todos y para todos, no pertenece solamente a los que tocamos sino que identifica a todos en este país. ¡Qué bueno que le dimos a Venezuela una alegría! ¡Qué orgullo formar parte de un Récord Guinness! Nosotros disfrutamos lo que hicimos, y todo un país se sintió orgulloso de nosotros.


Pero lo más significativo de todo, es lo que representará este evento más allá de esta fecha: Miles de niños venezolanos fueron inspirados ese día, a soñar con un día convertirse también, en un héroe musical de la nación, perteneciendo al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.


Testimonios de vida.

Dpto. de Prensa NotiCristo

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