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¿Listos para liderar?



El hombre fue hecho por Dios en la creación como un ser gregario y social, y siempre ha sentido la necesidad de ser guiado, motivado, e impulsado por otros. Por esa razón constantemente busca una referencia, un modelo, un tutor o sencillamente, un grado de influencia de otros, que le anime a dar los pasos para ascender en la escalera de las metas y objetivos que desea alcanzar.


A las personas con esa capacidad de influir en sus pares y abanderar el logro de objetivos individuales y colectivos, las conocemos como líderes.


De acuerdo a la visión del mundo que se maneje, habrá elementos característicos, tipologías y clasificaciones de lo que es y de cómo se ejerce el liderazgo. Por lo general un líder es nombrado, elegido (y a veces impuesto) de manera posicional, por razones que tienen que ver con jerarquías, méritos, intereses y también con habilidades, aptitudes y actitudes visibles y apreciables para su entorno.

De allí, que hay personas que son consideradas líderes bien sea en su ámbito familiar, profesional, laboral, comunitario o en cualquier área del desarrollo humano, ya que el grupo que los contiene y del cual forman parte, ha visto en ellos condiciones que los avalan y validan como tales.


En el sentido espiritual, la visión y concepción del liderazgo es distinta y también distante. En las Sagradas Escrituras, hay muchos ejemplos de hombres que tuvieron que ir al frente, encabezando cambios importantes ante hechos trascendentales como parte del plan Divino; muchos de ellos, compartieron una característica común: no pidieron ser líderes, ni estaban buscando el liderazgo.


De hecho, ellos no se sintieron preparados para liderar, pensaron que no eran dignos del compromiso, temieron no estar a la altura, y creyeron, quizás, que entre su pueblo había otros que podían hacerlo mejor.


Sin embargo, como al mismo tiempo eran personas de fe y oración, con humildad, mansedumbre y obediencia, lograron entender que su llamado no era de hombres, sino que provenía de Dios, y reconocieron de un modo u otro que el Espíritu Santo obrando en sus vidas, les ayudaría a desarrollar los dones y talentos que necesitarían para ejercer el liderazgo en el llamado particular que se les hizo.


Referente a esto, el apóstol Pablo escribió a los Efesios: "Y él mismo, constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, evangelistas, a otros pastores y maestros - a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo." Efesios 4: 11- 12.


Según esta perspectiva, hay diferentes llamados a diversas funciones, que deben ser asumidas por gente particular dentro de la iglesia. Cada ministerio, amerita de un liderazgo específico. Y cada líder desarrollará un nivel de influencia en la esfera y labor que le corresponda cumplir.


Los cambios en los tiempos, y los movimientos que Dios hace en Su Iglesia, constantemente están abriendo para los integrantes del pueblo de Dios, nuevas responsabilidades. Los retos del avance del evangelio, cada vez demandan nuevos niveles de liderazgo que ameritan mayores esfuerzos, más dedicación, trabajo y entrega.


Ante el crecimiento acelerado de la Iglesia y el avance del Reino, cada día son demandados más obreros, por lo cual se necesita más gente para el liderazgo. Debido a esto, y de cara al llamado de Dios para liderar, el temor se puede presentar en el corazón de los candidatos a líderes, pero por obediencia al Señor de la mies, y por correspondencia con la decisión de servir al Reino, lo más sensato es cerrarle la puerta al temor y aceptar el llamado a liderar.


La inseguridad puede venir a la mente y corazón del posible líder, pero ante esta latente posibilidad, debe bastarnos saber que Dios se glorifica en nuestras debilidades. Si hay fe y confianza en que Dios es amor y que tiene planes de bien para nosotros, también debe haber confianza y claridad que el llamado de Dios no se discute, simplemente se obedece, con la certeza plena de la asistencia de su Santo Espíritu, que conducirá, acompañará, y respaldará nuestra labor con su Gracia, sabiduría y revelación.


Una persona que de esta manera se somete en obediencia al llamado de Dios a liderar, debe tener la convicción y la certeza de haber hecho la mejor elección: aceptar y asumirse como un sacrificio vivo que se entrega como ofrenda al Señor.

El indicador determinante que identificará a este liderazgo espiritual que se rinde como ofrenda, es el compromiso con el servicio; asumirse como un esclavo de Dios, estando dispuestos a obedecerle a Él como Señor y Rey, sirviendo a los hermanos y a la gente del mundo, y encontrando en ello exaltación y gozo.


Un factor fundamental que brindará seguridad a los nuevos líderes, es el proceso de preparación, formación y equipamiento que reciban de sus padres espirituales, estos proveerán no solo una sana enseñanza, sino también un modelo a seguir, constituyéndose con su accionar de vida en un mapa marcado con la ruta del ministerio.


Las condiciones están dadas. La demanda está latente. La mies es mucha, los obreros son pocos. Si has estado orando por más trabajadores para la tarea de recoger la cosecha, es necesario que entiendas que tú puedes ser también un obrero. ¿Cómo responderás al llamado? ¿Estás listo para liderar?


Lic. Yatzury Rodríguez

Dpto. de Redacción NotiCristo


Dpto. de Diseño: Desiree Tarrio

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