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Regresa y Bendice tu casa (Sermón Eclesiástico)


bendecir tu hogar
"Luego todos regresaron a su casa, y David volvió a su hogar para bendecir a su propia familia." 1 Crónicas 16:43

Cuando David trajo el arca a Jerusalén, lo hizo en medio de una gran alegría; había fiesta en honor a Jehová, y él mismo danzó en la presencia del Señor, dejándose llevar por la pasión que sentía por la bendita presencia. Él bailó sin parar, de una forma espontánea y genuina. Luego todos regresaron a sus hogares, y David también, pero con la firme intención de bendecir a su familia.


Muchas veces, en el culto o servicio, disfrutamos de la presencia de Dios, alabamos y adoramos al Señor, y somos bendecidos y llenos del poder y la unción. Pero la pregunta es: ¿Qué hacemos cuando se acaba el culto?


El servicio se acaba, y los hermanos se van, cada uno a su lugar. Y nosotros también… pero, ¿qué hacemos al llegar a casa? Hoy quiero mostrarte el ejemplo de David. Él no se quedó en la bendición del culto. No se quedó solo con la satisfacción de haber ministrado a los que habían asistido. Cuando todos se fueron a su casa, él también lo hizo, pero note cuál era su propósito: “David volvió a su hogar para bendecir a su propia familia."


Cuando llegue el momento de terminar el culto y retornar a tu hogar, no olvides ocuparte de bendecir a tu propia familia. Porque a veces, los presentes en el lugar de la adoración son ministrados por Dios y llenos de la palabra. El poder los toca, y la unción los inunda, pero pareciera que ese ambiente de gloria se quedará solo en el lugar de reunión de la congregación.


Somos como fuentes que Dios quiere llenar con su presencia, y su propósito es que salgamos llenos de allí, pero no para agotar esa llenura egoístamente en nosotros mismos, sino para que entonces vayamos y depositemos la bendición que hemos recibido y las palabras de edificación, también sobre nuestros seres queridos.


Como David, necesitas volver a tu hogar para bendecir a tu propia familia. Ellos también necesitan el pan de la palabra, el vino del gozo del Señor. Ellos también necesitan fe para afrontar sus situaciones, necesitan esperanza para seguir y el poder y la unción para persistir.


No importa si los que están en tu casa no entienden tu nivel de entrega y devoción al Señor, como le pasó a David. Cuando llegó a su casa, encontró que su esposa le estaba reprochando su entrega y adoración al Señor. Ella le criticó su forma de danzar, menospreciando su ministerio frente al pueblo. Pero aun así, David salió del culto, pensando ir a su casa para llevar bendición.


Es posible que al llegar a tu casa, encuentres personas, familiares directos, que rechacen tus palabras y se burlen de tu devoción al Señor. Pero más allá de ellos, está tu compromiso de bendecir a tu familia con la palabra del Señor.


No permitas que alguien de tu familia, por su hostilidad, te impida bendecir al resto de tu hogar. No caigas en provocaciones si alguien quiere ofenderte. Ratifica tu entrega al Señor. Renueva tu compromiso de alabar a Dios con todo. Pero no dejes de bendecir a tu familia cuando el culto termine.


Tal vez tú seas la única persona que pueda dar a conocer de Cristo a tu familia.

No tengas en poco ese privilegio. Disfruta el servicio y llénate de su presencia, pero luego, no olvides regresar a los tuyos y bendecirlos, compartiendo con ellos el pan que recibiste.

Cuando estés en el culto, disfruta y gózate, pero recuerda que luego, Dios quiere que regreses a tu casa y compartas con ellos tu bendición. Después del culto… ¡Regresa y bendice tu casa!



bendición familiar

Pastora Libna Villegas de Parra

Medellín, Colombia.

Diseño: Marco Gentile


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