Serie: ¿Estás siendo o sólo haciendo?
Día 3: Relaciones
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento, y el más importante, es el que dice así: “Ama a tu Dios con todo lo que piensas y con todo lo que eres”. Y el segundo mandamiento en importancia es parecido a ése, y dice así: “Cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo”. Toda la enseñanza de la Biblia se basa en estos dos mandamientos”. (Mateo 22:36-40 Traducción en lenguaje actual).
Una de las cosas más complicadas en la vida son las relaciones. Según nuestra crianza, educación e historia de vida se hacen más o menos difíciles. Por ejemplo, una persona cuyos padres han tenido un matrimonio sólido durante muchos años va a tener una mayor confianza en la relación matrimonial que otra cuyos padres se divorciaron o separaron. Ambas personas tienen razón según lo que les ha tocado vivir ya que esa experiencia ha moldeado su forma de “ser”.
De acuerdo a este ejemplo podemos evidenciar que actuamos según “somos”, es decir, de acuerdo a lo que hemos vivido y experimentado a lo largo de nuestras vidas. Mi identidad o lo que pienso acerca de mí mismo, va a influir directamente en cómo me relaciono con los demás. Si estoy seguro de quién soy y de mi valor personal podré establecer relaciones sanas y estables. Tendré la capacidad de comunicar mis pensamientos y emociones de una forma firme y clara pero consciente de que la otra persona también es alguien de valor y debo hacerlo de la manera más respetuosa y amorosa posible.
También podré ver a las personas más allá de lo que expresan o de la forma en la cual actúan. Muchas veces los conflictos vienen del poder que damos a otros de herirnos con sus acusaciones, o culpas que quieren achacarnos, y nos cuesta ver más allá de lo aparente. Nos centramos en la acusación y olvidamos ir al fondo del asunto. Si tenemos certeza de quienes somos, en lugar de sentirnos afectados por la acusación, podremos examinar con detenimiento si lo que nos dicen es real o sólo viene de la manera como esa persona se ve a sí misma.
Quizá esa persona con la que te relacionas podría acusarte de que nunca la escuchas, o nunca le prestas atención. Puede que sea cierto y necesites reevaluarte. Pero si te detienes por un momento y te das cuenta que no es así, reenfoca tu mirada e indaga más allá, tal vez esa persona está luchando con un problema de aceptación personal, o de autoestima. Entonces, en lugar de devolver la acusación podrías ir más allá e intentar averiguar la razón real de su manera de pensar y generar una conversación que podría resultar muy reveladora y sanadora.
Amar a tu prójimo como a ti mismo no es una tarea fácil, porque muchas veces no nos amamos lo suficiente para ver nuestras fallas con perdón y aceptación y la disposición a cambiar. Entonces, nos es mucho más difícil hacerlo con otro ser humano.
Dios es el factor determinante en todas las relaciones, porque según sea nuestra relación íntima con él así será nuestro carácter y nuestras relaciones. Según le permitamos a Él operar en nosotros ese proceso de transformación según su voluntad, podremos ver en los demás el reflejo de Su Creación. Es imprescindible ser transformados a su semejanza para poder hacer a su semejanza. ¿Estás dispuesto a ser transformado?
Beverly Guevara Serie: ¿Estás siendo o sólo haciendo? Dpto. de Redacción NotiCristo Dpto. de Diseño: Desiree Tarrio @desi_tarrio en Instagram y Telegram
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