SERIE: “VALIENTE”
Capítulo 4: “Valentía para reconocer errores”.
El muy docto y circunspecto profesor Jirafales solía decir: “Yo Nunca me equivoco, una vez creí que había errado, pero estaba equivocado”.
Seguramente te resulte gracioso, pero si lo analizas bien, muchas personas expresan este comportamiento muy a menudo, y no en tono de chiste.
¿Qué hay en los errores que no queremos, ni por asomo, reconocerlos?
El apóstol Pablo se lamentaba regularmente por aquellos errores que manchaban su alma: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.” Romanos 7:15
Subestimamos nuestra naturaleza humana, que a lo largo de nuestra vida nos demuestra que serán más las equivocaciones que los aciertos; aun así, sabernos erráticos o falibles, es un asunto difícil de digerir y reconocer frente a otros.
¡Asumámoslo, nos equivocamos! Y si quieres partir desde esta premisa podremos avanzar con formas o herramientas que te ayudarán a gestionar mejor tus errores sin que en ello se vea arriesgada tu dignidad ni tus capacidades.
Errores como ir al supermercado y traer arroz en lugar de fideos puede que no traiga graves consecuencias, pero cuando los errores son inesperados, vergonzosos y repetitivos, se convierten en una clara muestra de falta de carácter.
Todas estas carencias subjetivas son más complejas de identificar, y los mecanismos que las fortalecen dificultan su modificación.
Entonces acá la Valentía pasa a jugar un gran papel. El simple hecho de comenzar a reconocer nuestros errores y asumir que debemos trabajar en corregirlos, es el inicio del proceso que Dios usará para convertirte en una persona más efectiva, dedicada, paciente y enfocada.
Es recomendable y saludable pedirle a alguien de confianza que sea empático y nos ayude a reconocerlos, para ver esos puntos ciegos de los que habla la psicología, que aun teniendo enfrente de nuestras narices no los vemos.
Existen grandes beneficios en poder reconocer errores:
Tienes la oportunidad de modificarlos.
Puedes mejorar la relación con otros.
Empezarás a reemplazar malos o innecesarios hábitos.
Practicarás la humildad.
Y si no puedes identificarlos con exactitud, pídele a tu Creador -quien todo lo sabe- que te ayude incluso con esos que ni tú, ni otros ven, y están anclados en tu alma.
Como dice el Salmo 19:12:
¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!
Errar es humano, pero reconocer es de sabios, y una de las cosas que mejor nos ayudan a asumir la vida con valentía es la capacidad de ser empático, huyendo de las prácticas egoístas. Y con ello cerraremos esta serie el día de mañana:
Capítulo 5: Valentía para dejar el egoísmo.
Pamela Amador
Profesional del Counseling (Consejería psicológica)
Buenos Aires, Argentina.
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