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Restaurando la familia


Restaurando la familia

Restaurando la familia


“Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar”.(Isaías 58:12 RV60)

Hablar de restaurar familias, es hablar de acciones continuas enmarcadas en un fuerte compromiso, y un profundo valor por lo que una familia representa. Un restaurador, es alguien que decide invertir, o dar de sí lo necesario, para lograr que una familia se ordene, al menos en su dinámica básica, para luego dar continuidad a un proceso de mejoramiento o corrección de aquellas cosas que le han dañado.


Restaurar familias involucra aprender a perdonar, ser renovado en el afecto, revivir el espíritu de servicio, activar la sencillez, y desarrollar un corazón de aprendiz, para poder crecer, como miembro de una familia, en la labor de “restaurar calzadas para habitar”. Para restaurar familias necesitamos aprender a pasar la página, y comenzar otra vez con fuerzas nuevas, aunque sea necesario obtenerlas de nuestras debilidades.


Restaurar nuestra propia familia, implica corregir o renovar nuestra manera de hablar o de dirigirnos a nuestra pareja, y a nuestros hijos, buscando cultivar un trato recíproco diferente, y resaltar una perspectiva que motive las esperanzas, y que resalte los cambios que se buscan, y los que se han logrado alcanzar en el proceso.


Restaurar a la familia, implicará cambiar aún nuestra manera de orar, y también la forma en que asumimos y creemos las promesas de Dios. Cuando se restaura a una familia, los votos en el altar son renovados y se vislumbra un nuevo tiempo por vivir, a la vez que se proyecta el nuevo nivel al que se aspira. Cuando se trabaja en restaurar familias, se renuevan la esperanza y la fe, y se asumen conductas diferentes, porque se buscan diferentes resultados.


Ministerios y liderazgos cristianos han crecido y han sido reforzados cuando se restauran familias. Iglesias han sido revitalizadas en el proceso de formar y reunir equipos multidisciplinarios que sumen esfuerzos, para lograr los objetivos de alcance y restauración de las familias. Formar estos equipos, añade fuerza y solidez al cuerpo local de creyentes, que se orientan hacia afuera, para prestar un servicio necesario, pero también productivo. Porque, a fin de cuentas, se cree que vale la pena el esfuerzo.


Todo este trabajo se realiza, porque la comunidad de creyentes empieza a entender lo que vale una familia para Dios, y el impacto que la sociedad recibe cuando las familias son restauradas. Una familia vale tanto, que aún Dios mismo se involucró en el proceso reconciliador, no solo como creador, proveyendo un diseño de la familia, sino también proporcionando el medio por el que las familias pueden acceder a la reconciliación.

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Restaurando la familia

Dios proveyó a Cristo, la fuente de la restauración, para “por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, (incluyendo las familias) así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”.1 Y por medio de Cristo, Dios ha activado una red de personas involucradas en el servicio de reconciliar consigo a las familias. Él ha levantado ministerios, para hablar, aconsejar, corregir, y exhortar, con la firme intención de restaurar familias a su propósito eterno.


La biblia dice: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”.2

Se restauran familias, viniendo al altar y rogando por ellas, entregando el corazón a Dios, practicando el arrepentimiento, reconociendo o confesando los pecados involucrados, y creyendo que la sangre de Cristo limpia de todo error o culpabilidad. Se restauran familias humillándonos delante de Dios y pidiendo el consejo que la familia requiere. Pero sobre todo creyendo que "si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen".3


Continuemos la labor de restaurar familias. La sociedad necesita familias fuertes y sanas. En Dios tenemos la provisión y la ayuda para lograrlo. En medio del proceso, Dios forjará su carácter en nuestras vidas, capacitándonos como edificadores, para construir familias centradas en su diseño divino.



1Colosenses 1:20

22 Corintios 5:18-19

3Salmo 127:1


Ptor. Jorge Hincapié

Departamento de Redacción NotiCristo.


Diseño: Desireé Tarrío.


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