Generalmente no estamos contentos con todo, y siempre habrá cambios necesarios que hacer. Situaciones o personas a tú alrededor que querrás cambiar: Tu condición económica, los gobernantes de turno, tu trabajo, tu jefe, tu pareja, tus hijos, etc.
Ahora, si examinas de cerca cada una de estas cosas ¿cuántos de esos cambios que anhelas dependen de ti? ¿Qué es lo que en realidad deseas modificar? ¿A la persona, a la situación, o cómo te sientes tú al respecto?
La realidad es que ni podrás cambiar a las personas, ni estará en tu poder mudar algunas circunstancias. Como te darás cuenta pronto, lo único que podrás modificar, es lo que ocurre dentro de ti. Por eso, la transformación de las cosas, es algo que siempre comienza contigo.
Todo lo que llevas a cabo en tu vida diaria se origina en tu mente, en tus pensamientos, tal como afirma Salomón en Proverbios 23:7 (NBLA) “Pues como piensa dentro de sí, así es él”. Hay cosas que haces automáticamente gracias a los hábitos que desarrollaste desde niño: cepillarte los dientes, bañarte, entre otras cosas. No necesitas pensarlo mucho para hacer estas cosas.
Pero también aparte de estos hábitos físicos también hay hábitos emocionales. Según tus patrones de crianza vas a reaccionar emocionalmente de una manera determinada frente a ciertas situaciones.
El punto es que los cambios necesarios tienen que ver con la manera de pensar, y la manera de sentir, pero son precisamente esos giros, los que ocasionalmente resultan más difíciles.
Dios, que como nuestro Creador nos conoce perfectamente, sabe que luchamos con nuestros pensamientos y que también batallamos con nuestras propias emociones. Él conoce que muchas veces, por más que lo intentamos, no logramos hacer esos virajes para que nuestra vida sea transformada para mejor.
Entonces, él nos ofrece su ayuda para que podamos renovar nuestra mente:
La renovación de nuestra mente sólo se logra al tener una relación personal con Dios
El pecado ha distorsionado tu manera de pensar y de sentir, metiéndote en conflictos de todo tipo. Pero Dios te ofrece renovación mental y restauración de tu equilibrio emocional. Sólo basta tu decisión de permitirle a Dios entrar en tu vida para que él pueda a comenzar a obrar cambios en ti.
La Palabra de Dios dice en 2 Corintios 5:17 (RVC): “De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!”
Hay una renovación de todo tu ser, cuando entras en contacto con Dios y él comienza en ti su obra.
Para renovar la mente, a la fe debemos sumar acción
Una vez que hemos obedecido al llamado de Dios y nos convertimos en una nueva creación, necesitamos accionar para que los cambios que Dios ofrece comiencen a operar en nosotros. El apóstol Santiago dice en su carta: “Amados hermanos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no lo demuestra con sus acciones? Santiago 2:14 (NTV).
Contrario a lo que muchas personas creen, este versículo no quiere decir que necesitamos hacer obras para ganarnos un lugar en el cielo. No. Lo que nos enseña es que necesitamos demostrar la fe que decimos tener con nuestras acciones. Mostrar con hechos lo que ya Dios ha hecho en nuestro interior por medio de su Espíritu Santo.
Para que una persona desarrolle musculatura debe ejercitarse, alimentarse saludablemente, y visitar a su médico cada cierto tiempo. Así mismo, para desarrollar nuestra fe, renovar nuestros pensamientos y crecer espiritualmente, necesitamos poner de nuestra parte.
Dios es tan maravilloso que nos ayuda por medio del Espíritu Santo. Cuando creemos en el Señor como nuestro Salvador, Dios, en la persona del Espíritu Santo comienza a vivir dentro de nosotros y nos capacita para poder llevar a cabo los cambios necesarios. Dios no nos deja solos.
La clave para el cambio
Para poder renovar tu mente, tienes que ejercitarte en leer la Palabra de Dios y así poder escuchar lo que Él tiene para decirte. Tal como indica Romanos 12:2 (NTV):
“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”.
No esperes que tu economía o el gobierno, tu jefe o tu pareja cambien para empezar a cambiar tú. Ningún ser humano puede hacer que otro cambie. Sólo Dios, si tú se lo permites, puede transformar tus pensamientos y por consiguiente tu vida.
Esto le permitirá a Dios guiarte y ayudarte a hacer los cambios necesarios que podrán contribuir a la transformación que anhelas ver en tu entorno familiar, laboral, social, etc.
Beverly Guevara
Bogotá, Colombia
Diseño: @desi_tarrio
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